Título “robado” de uno de los muchos éxitos de Alejandro Sanz. En esa canción el canta-autor hacía referencia a temas amorosos y melancólicos. Yo, en este caso, quiero poner en valor la soledad como herramienta poderosa para el crecimiento personal.

Me consta que hay especies en el mundo que necesitan vivir en grupo o en pareja, el ser humano no es una excepción, la diferencia es que tenemos uso de razón, precisamente algo que obviamos en demasiadas ocasiones.

En ocasiones tememos la soledad, como si de una presión social se tratara, desgastamos energía para no estar solos; sin embargo, podría ser una maravillosa compañía conectando con nuestro verdadero yo.

 Al hilo de esto último, recuerdo un experimento o estudio que se realizó hace ya varias décadas, consistía en pedir a los participantes que respondiesen a unos problemas de percepción, para nada difíciles.  

Los sujetos experimentales no siempre decían la respuesta correcta. El experimento trataba de ver como la presión de grupo fuerza a variar los juicios. Las pruebas se realizaban a un grupo de unas seis u ocho personas, de las cuales solo uno era verdaderamente un sujeto experimental ya que los demás (sin saberlo el sujeto experimental) eran cómplices de investigador.

En definitiva, al pedir las respuestas en voz alta, la única persona que no era partícipe del investigador cambiaba su respuesta por temor, pensando realmente lo contrario. En este caso la soledad le ganó, se guio del resto dejando de ser uno mismo.

Curiosamente cuando el investigador pedía respuestas escritas y anónimas, estos juicios no tenían nada que ver con los anteriores. En este caso la conexión con uno mismo y responder lo que verdaderamente sentía formaba parte del juicio.  

La soledad es una facultad que tenemos que saber fomentar. Quiero decir que nos necesitamos en aislamiento, ¡Sin pasarnos!, al igual que por mucho que nos guste una comida no es bueno empacharse.

La soledad nos da energía, nos prepara para reiniciar con más fuerza y ser más productivos. Así mismo, nos conecta mejor con nuestro sentimientos y forma de pensar. Nos hace ser reflexivos, actuar por impulsos no siempre sirve y de esta forma poder disfrutar de ciertas cosas que apenas nos damos cuenta por la ajetreada vida que llevamos.

Finalmente creo que la soledad nos permite fortalecer nuestra mente y nuestras habilidades facilitando nuestra propia confianza, superando, así, la necesidad de la aprobación o de apoyo de los demás.

 

EL REY SABIO (Adaptación del cuento de Gibrán Jalil Gibrán)

Hace muchos, muchos años en una ciudad de Irán llamada Wirani, hubo un rey que gobernaba con firmeza su territorio. Había acumulado tanto poder que nadie se atrevía a cuestionar ninguna de sus decisiones: si ordenaba alguna cosa, todo el mundo obedecía sin rechistar ¡Llevarle la contraria podía tener consecuencias muy desagradables!

Podría decirse que todos le temían, pero como además era un hombre sabio, en el fondo le respetaban y valoraban su manera de hacer las cosas.

En Wirani solo había un pozo, pero era muy grande y servía para abastecer a todos los habitantes de la ciudad. Cada día centenares de personas acudían a él y llenaban sus tinajas para poder beber y asearse. De la misma manera, los sirvientes del rey recogían allí el preciado líquido para llevar a palacio. Así pues, el pobre y el rico, el rey y el aldeano, disfrutaban de la misma agua.

Sucedió que una noche de verano, mientras todos dormían, una horripilante bruja se dirigió sigilosamente al pozo. Lo tocó y comenzó a reírse mostrando sus escasos dientes negros e impregnando el aire con su maloliente aliento ¡Estaba a punto de llevar a cabo una de sus maquiavélicas artimañas y eso le divertía mucho!

– ¡Ja, ja, ja! ¡Estos pueblerinos se van a enterar de quién soy yo!

Debajo de la falda llevaba una bolsita, y dentro de ella, había un pequeño frasco que contenía un líquido amarillento y pegajoso. Lo cogió, desenroscó el pequeño tapón, y dejó caer unas gotas en el interior del pozo mientras susurraba:

– Soy una bruja y como bruja me comporto ¡Quien beba de esta agua se volverá completamente loco!

Dicho esto, desapareció en la oscuridad de la noche dejando una pequeña nebulosa de humo como único rastro.

Unas horas después los primeros rayos del sol anunciaron la llegada del nuevo día. Como siempre, se escucharon los cantos del gallo y la ciudad se llenó del ajetreo diario.

¡Esa mañana el calor era sofocante! Todos los habitantes de Wirani, ante el insoportable bochorno, corrieron a buscar agua del pozo para aplacar la sed y darse un baño de agua fría. Curiosamente, nadie se dio cuenta de que el agua no era exactamente la misma y algunos hasta exclamaban:

– ¡Qué delicia!… ¡El agua del pozo está hoy más rica que nunca!

Todos la saborearon excepto el rey, que casualmente se encontraba de viaje fuera de la ciudad.

Pasó el caluroso día, pasó la noche, y el nuevo amanecer llegó como siempre, pero lo cierto es que ya nada era igual en la ciudad ¡Todo el mundo había cambiado! Por culpa del hechizo de la bruja, hombres, mujeres, niños y ancianos, se levantaron nerviosos y haciendo cosas disparatadas. Unos deliraban y decían cosas sin sentido; otros comenzaron a sufrir alucinaciones y a ver cosas raras por todas partes.

No había duda… ¡Todos sin excepción habían perdido el juicio!

El rey, ya de regreso, fue convenientemente informado de lo que estaba sucediendo y salió a dar un paseo para comprobarlo con sus propios ojos. Los ciudadanos se arremolinaron en torno a él, y al ver que no se comportaba como ellos, empezaron a pensar que se había vuelto loco de remate.

Completamente trastornados salieron corriendo hacia la plaza principal para decirse unos a otros:

– ¿Os habéis dado cuenta de que nuestro rey está rarísimo? ¡Yo creo que se ha vuelto majareta!

– ¡Sí, sí, está como una cabra!

– ¡Tenemos que expulsarlo y que gobierne otro!

Imagínate un montón de personas fuera de control, totalmente enloquecidas, que de repente se convencen de que las chifladas no son ellas, sino su rey. Tanto revuelo se formó que el monarca puso el grito en el cielo.

– ¡¿Pero qué demonios está pasando?! ¡Todos mis súbditos han perdido el seso y piensan que el que está loco soy yo! ¡Maldita sea!

A pesar de la difícil papeleta a la que tenía que enfrentarse, decidió mantener la calma y reflexionar. Rápidamente, ató cabos y sacó una conclusión que dio en el clavo:

– Ha tenido que ser por el agua del pozo… ¡Es la única explicación posible! Sí, está claro que todos han bebido menos yo y por eso me he salvado…  ¡Apuesto el pescuezo a que esto es cosa de la malvada bruja!

Mientras cavilaba, vio de reojo a un alfarero que llevaba una jarra de barro en la mano.

– ¡Caballero, présteme la jarra!

– ¡Aquí tiene, majestad, toda suya!

El monarca la agarró por el asa, apartó a la gente a codazos y dando grandes zancadas se plantó frente al pozo de agua sin ningún tipo de temor. Los habitantes de Wirani se apelotonaron tras él conteniendo la respiración.

– Así que pensáis que el loco soy yo ¿verdad? ¡Pues muy bien, ahora mismo voy a poner solución a esta desquiciante situación!

El rey metió la jarra en el pozo y bebió unos cuantos sorbos del agua embrujada. En cuestión de segundos, tal como había sentenciado la bruja, enloqueció como los demás.

Y… ¿sabes qué pasó? Pues que los perturbados ciudadanos comenzaron a aplaudir porque pensaron que al fin el rey ya era como ellos, es decir… ¡que había recobrado la razón!

 

 

En clave subjetiva:

¿Qué es para ti la soledad?

¿Hasta qué punto la soledad está relacionada con la zona de confort?

¿En qué momentos no actúas como realmente te gustaría o expresas lo que verdaderamente sientes?

¿Qué puedes hacer para conectar mejor contigo mismo?