En este período del año, inicio de curso y como os imagináis inicio de la competición de baloncesto, viene a mi mente el recuerdo Nube. Una conejita muy cariñosa que vivió en mi casa varios años junto a con mi familia.

Mi familia es gran amante de los animales. Entre todos decidimos alojar a ese nuevo miembro familiar en un baño de uso poco frecuente. Nube ha sido mi inspiración para redactar las líneas de hoy e intentar trasmitir un concepto muy potente para la dirección de equipos.

Recuerdo que Nube que era muy mimosa y siempre que alguien entraba a ese baño se acercaba para saludar. Al principio la atención era máxima hacia la recién llegada conejita y veíamos con ilusión cómo crecía día tras día.

Hecha a su acomodo dentro de la casa, me llamó la atención la siguiente observación. Siempre teníamos cuidado de cerrar la puerta del baño… Sin embargo, con el paso del tiempo, se nos olvidaba cerrar la puerta  de vez en cuando y, ¿Cuál era la sorpresa?, Nube ¡No salía del baño!

 

Necesitaba de nuestro apoyo para salir pasear y estar en otras instancias de la casa. Primera consideración a tener en cuenta. ¿Cómo prepararas a tu equipo? ¿Le dotas de miedos o lo vas acompañando para que lideré en momentos de soledad o ante situaciones críticas?

 

Somos lo que nuestra costumbre dicta

Ahora finaliza la pretemporada para los equipos profesionales de baloncesto. Durante estas semanas previas a la competición oficial es el momento del año para crear los hábitos que cada entrenador quiere para su equipo, conocer y aceptar las reglas para funcionar como un bloque homogéneo. Lo mismo si trasladamos esta idea a estudiantes o trabajadores que empiezan después de un parón estival.

Posiblemente aquellas actitudes que no se cimienten en la pretemporada, difícilmente puedan subsanarse durante la temporada. El hábito crea al monje, no hay mucha filosofía al respecto. Ya sabemos de la importancia de los primeros años de vida en los seres humanos, argumentando que de esas experiencias saldrá la futura persona. Lo mismo pasa con la pretemporada, donde se engendra el equipo que vamos a ser. El trabajo, por tanto, en estos instantes iniciales es de vital importancia.

La conejita Nube veía la puerta abierta y no salía, estaba acostumbrada a estar la mayor parte del tiempo encerrada en el baño y tan sólo explora fuera si es acompañada por alguno de los miembros de nuestra familia… Curiosamente la costumbre y las reglas nos convierten en presos de nuestra rutina… Y, a la vez, a la consecución de éxitos.

Para que un equipo funcione necesitamos acostumbrar a los componentes de este en las reglas que vamos a tener. Me gustaría hablar de pactos en las reglas, sin embargo, la sociedad no está madura para este tipo de armonía. Somos un poco masocas y preferimos acatar y obedecer lo que podemos o no podemos hacer.

 

La ilusión de planear

La pretemporada, también, es un momento ilusionante, es como el momento de hacer la maleta para iniciar unas vacaciones. Los buenos propósitos nos inundan y con eso debemos trabajar y no dejarnos llevar por malos pensamientos o negatividades.

Creo mucho en los primeros instantes. En mi trabajo aprovecho la observación de los primeros minutos de un partido para ver qué reglas o qué actitudes tiene el equipo oponente. Considero que a medida que van pasando los minutos del encuentro, las reglas se “van
olvidando”, bien por rutina o bien por cansancio….

Es decir, si un equipo en las primeras posesiones de un partido no cumple el plan del entrenador, parece complicado que lo haga a partido empezado. Reflexión muy apropiada para lo explicado anteriormente.

Cuando más frescos estamos, cuando más reciente tenemos una conversación, más cerca estamos de conectar con nuestras costumbres y reglas. Y esto es algo que podemos observar después de los tiempos muertos, ese momento de pausa que piden los entrenadores en pleno partido para hablar con sus jugadores y reconducir el plan establecido o bien para sorprender con alguna estrategia.

También, creo que los hábitos adquiridos mediante la educación, entrenamiento o formación marcarán nuestras costumbres, por eso nuestro éxito va a depender de cómo me haya tomado de serio cada entrenamiento, cada clase, cada jornada laboral, cada planificación.