En los últimos meses he realizado varios test para conocer mejor aspectos de mi personalidad, conductas y predisposición para el trabajo en equipo. En algunos casos me he decepcionado un poco con los resultados, sin embargo, he aprendido que las conclusiones de este tipo de test no son ni buenas ni malas, simplemente sirven para reconocer fortalezas o debilidades.
Es un paso muy importante entender lo anterior, pues de esta manera podemos rodearnos, en según que momentos, de las personas que son necesarias para completar mejor nuestras tareas. Si lo relacionamos con el liderazgo, es de vital importancia para el líder cómo hacer funcionar a su equipo, delegando y optimizando fortalezas de unos con debilidades de otros, incluido las de él mismo, así, por tanto, podemos hablar de áreas de mejora, en vez de debilidades.
Es en este momento cuando quiero analizar esas veces que nos encontramos dentro de ciertas estructuras organizadas, tales como la empresa, la familia o estando con amigos y suenan algunas palabras indebidas para un contexto tan colectivo.
1. HABLAR EN PRIMERA PERSONA DEL SINGULAR
Aquellas personas que narran su discurso en primera persona del singular adoptan un punto de vista tan subjetivo que les va a impedir interpretar de forma coherente los pensamientos del resto de los participantes en esa conversación o reunión.
No es agradable ver a personas convertidas en egos parlantes, en el fondo, si usamos el discurso abusando del yo, vamos a tender a que nuestra credibilidad vaya disminuyendo… O bien vayamos “mendigando” aceptación.
No obstante, hay momentos para todo y en determinadas ocasiones, es importante hablar usando el yo. Hay personas que se enmascaran tras un plural en momentos críticos y esto, también, es altamente perjudicial, pues estaríamos transmitiendo cierta inseguridad o falta de preparación.
Así que todo en su justa medida, como bien se suele decir. Tenemos estudios que argumentan que nuestra forma de hablar es un reflejo de cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo es la relación con los demás.
En el liderazgo la manera de expresarse puede ser el vehículo perfecto para llegar a dónde se quiere.
2. FALTA DE COMUNICACIÓN
Tras la expresión está la comunicación. La acumulación de reuniones no implica que los roles estén bien repartidos y todos sepan lo que tienen qué hacer.
Así de primeras, algo fundamental es saludar sin dejarse a nadie. Si hablamos de una reunión, si todos los participantes han sido saludados, la energía será diferente y la receptividad aún mayor.
A todos nos ha pasado que cuando algo nos ha salido mal, en gran medida, ha sido por la falta de diálogo. Muchas de nuestras tareas o quehaceres diarios se tendrían una notable productividad si previamente ha habido una buena comunicación.
Por ejemplo, en una la familia, los buenos momentos surgen de fructíferas chácharas, algo, por tanto, para copiar para el resto de aspectos en la vida y en el trabajo. Hasta tal punto que, gracias a lo anterior, podremos disfrutar de instantes que no sean necesarios reunirse o hablar… Porque ya están, más que definidos, los roles de cada uno y las rutinas a realizar.
3. OBJETIVOS OPACOS
Por último y a colación con todo lo anterior, hay que tener objetivos. Poniendo de ejemplo nuevamente a la familia, se considera buena cuando tiene claro sus raíces, está unida y se apoya. ¡Esto es lo que necesitamos en el trabajo! Algo más para copiar para la vida laboral…
Transitar sin una meta clara, dificulta enormemente el desarrollo del trabajo. Es entonces, cuando más surgen los errores y, posiblemente, de fácil solución, pero al no tener objetivos todo puede fallar en cualquier momento.
Además, en la vida laboral, seguramente, tenemos que convivir con personas que no hemos elegido nosotros, por lo tanto, es muy complicado que por arte de magia te lleves bien con todos o haya miembros tóxicos que no colaboren en el esfuerzo comunitario, por ello una adecuada descripción de objetivos, ayudará a pelear unidos por un mismo fin.
NO DISCUTAS CON BURROS (Fábula)
El burro le dijo al tigre:
– “El pasto es azul”.
El tigre respondió:
– “No, el pasto es verde”.
La discusión se calentó, y los dos decidieron someterlo a un arbitraje, y para ello concurrieron ante el león, el Rey de la Selva.
Ya antes de llegar al claro del bosque, donde el león estaba sentado en su trono, el burro empezó a gritar:
– “Su Alteza, ¿es cierto que el pasto es azul?”.
El león respondió:
– “Cierto, el pasto es azul”.
El burro se apresuró y continuó:
– “El tigre no está de acuerdo conmigo y me contradice y molesta, por favor, castígalo”.
El rey entonces declaró:
– “El tigre será castigado con 5 años de silencio”.
El burro saltó alegremente y siguió su camino, contento y repitiendo:
– “El pasto es azul”…
El tigre aceptó su castigo, pero antes le preguntó al león:
– “Su Majestad, ¿por qué me ha castigado?, después de todo, el pasto es verde”.
El león respondió:
– “De hecho, el pasto es verde”.
El tigre preguntó:
– “Entonces, ¿por qué me castigas?”.
El león respondió:
– “Eso no tiene nada que ver con la pregunta de si el pasto es azul o verde. El castigo se debe a que no es posible que una criatura valiente e inteligente como tú pierda tiempo discutiendo con un burro, y encima venga a molestarme a mí con esa pregunta”.
La peor pérdida de tiempo es discutir con el necio y fanático al que no le importa la verdad o la realidad, sino sólo la victoria de sus creencias e ilusiones. Jamás pierdas tiempo en discusiones que no tienen sentido… Hay personas que por muchas evidencias y pruebas que les presentemos, no están en la capacidad de comprender, y otras están cegadas por el ego, el odio y el resentimiento, y lo único que desean es tener la razón, aunque no la tengan.
Cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla. Tu paz y tranquilidad valen más.
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