Para la NBA, el clutch es el momento del partido que se da cuando quedan menos de cinco minutos para el final y la diferencia entre ambos equipos es de cinco puntos o menos. Por tanto, podemos decir que esos jugadores o jugadoras que aparecen cuando hay que ganar el partido y no se esconden para tomar responsabilidades y lanzar esos tiros importantes son los clutch players.

Jugadores con una confianza extrema, capaces soportar la presión de anotar cuando el marcador está igualado y ante la presión ambiental que se da en muchas canchas de juego. Apoyado por lo anterior, la confianza es una buena pasajera para afrontar cada día y, por supuesto, cada jornada laboral.

Se ha establecido desde hace mucho tiempo que las creencias que tenemos, verdaderas o no, dirigen nuestras acciones y dan forma a nuestras vidas. La buena noticia es que una nueva investigación sobre la plasticidad neuronal revela que, literalmente, podemos reconfigurar nuestro cerebro de manera que afecte nuestros pensamientos y comportamiento a cualquier edad. Lo que significa que no importa cuán tímido o lleno de dudas hayas estado hasta ahora, construir confianza en ti mismo es en gran parte lo que los psicólogos llaman volitivo. O para usar lenguaje profano: “Por elección”. Con un esfuerzo constante y el coraje de asumir riesgos, podemos expandir gradualmente nuestra confianza, y con ello, nuestra capacidad para construir más.

La confianza puede aumentar y disminuir a lo largo de nuestras vidas. Se potencia cuando experimentamos una victoria o recibimos elogios. Recibe un golpe cuando nuestros esfuerzos no alcanzan la marca, somos criticados, rechazados o simplemente sentimos una falta de reconocimiento externo. Después de todo, somos simples humanos. Por lo tanto, es vital no volverse demasiado dependiente de la afirmación externa para apuntalar nuestra autoestima, sino asumir la responsabilidad de tomar las acciones valiosas necesarias para mantenerla… Lo que plantea la pregunta:

¿Cómo construyes la confianza necesaria para superar tus desafíos y lograr tus metas, particularmente cuando no tienes éxito al principio?

El entrenamiento forma parte principal para todo lo que nos planteemos. Esos chicos y chicas que decíamos anteriormente que no se “menguan” en los momentos calientes del partido se han entrenado mucho a lo largo de su vida. Desde muy temprana edad seguro que tuvieron un talento especial para practicar deporte, pero no es suficiente sólo el talento… Han tenido que sobrevivir a duras sesiones de trabajo con sus entrenadores, mejorar sus hábitos a diario, pulir su técnica con exigentes rutinas… Para llegar a ser estrellas del deporte mantienen unos métodos de trabajo muy rigurosos.

También la confianza en los demás tenemos que ganarla. Cuando las personas ganan nuestra confianza o la rompen, importa muchísimo. Decimos que confiamos en las personas, o que alguien ha quebrantado nuestra confianza. Pero, ¿Qué significa eso? ¿Qué hicieron? ¿Cómo nos podemos entrenar cada día para estar con plena confianza en nuestra vida?

 

Consejos top para ganar en confianza

Voy a explicártelo con dos sencillas premisas para que sepas gestionar la confianza tanto en ti mismo, como con las personas que te rodean:

Límites

Para confiar en alguien, es esencial que tengamos claros nuestros límites para que puedan entender y respetarlos. También es importante que entendamos los límites de los demás para que la confianza fluya en ambos sentidos.

 

Fiabilidad

La confiabilidad es cuando alguien hace lo que dice que va a hacer una y otra vez. No pueden simplemente cumplir su palabra una vez, la confiabilidad se construye gradualmente.

En el trabajo, esto significa que conocemos nuestros límites y los hacemos cumplir para no morder más de lo que podemos masticar. Si nos comprometemos con más de lo que podemos manejar, terminamos siendo incapaces de finalizarlo todo, o lo realizamos con un nivel de calidad más bajo que el que podríamos tener si tuviéramos menos en nuestro plato. Cuando sobrepasamos nuestros límites, no podemos cumplir con nuestros compromisos. No podemos cumplir nuestra palabra.

Esta idea también se traslada a la vida personal. Necesitamos saber cuándo estamos demasiado ocupados para comprometernos con más planes, o cuándo simplemente no queremos comprometernos.

 

EL TRAJE DEL NUEVO EMPERADOR

Hans Christian Andersen

Había una vez un emperador al que le encantaban los trajes. Destinaba toda su fortuna a comprar y comprar trajes de todo tipo de telas y colores. Tanto que a veces llegaba a desatender a su reino, pero no lo podía evitar, le encantaba verse vestido con un traje nuevo y vistoso a todas horas. Un día llegaron al reino unos impostores que se hacían pasar por tejedores y se presentaron delante del emperador diciendo que eran capaces de tejer la tela más extraordinaria del mundo.

– ¿La tela más extraordinaria del mundo? ¿Y qué tiene esa tela de especial?

– Así es majestad. Es especial porque se vuelve invisible a ojos de los necios y de quienes no merecen su cargo.

– Interesante… ¡Entonces hacedme un traje con esa tela, rápido! Os pagaré lo que me pidáis.

Así que los tejedores se pusieron manos a la obra.

Pasado un tiempo el emperador tenía curiosidad por saber cómo iba su traje, pero tenía miedo de ir y no ser capaz de verlo, por lo que prefirió mandar a uno de sus hombres de confianza. Cuando el hombre llegó al telar se dio cuenta de que no había nada y que lo que los tejedores eran en realidad unos farsantes, pero le dio tanto miedo decirlo y que todo el reino pensara que era estúpido o que no merecía su cargo, que permaneció callado y fingió ver la tela.

– ¡Qué tela más maravillosa! ¡Que colores! ¡Y qué bordados! Iré corriendo a contarle al emperador que su traje marcha estupendamente.

Los tejedores siguieron trabajando en el telar vacío y pidieron al emperador más oro para continuar. El emperador se lo dio sin reparos y al cabo de unos días mandó a otro de sus hombres a comprobar cómo iba el trabajo.

Cuando llegó le ocurrió como al primero, que no vio nada, pero pensó que si lo decía todo el mundo se reiría de él y el emperador lo destituiría de su cargo por no merecerlo así que elogió la tela.

– ¡Deslumbrante! ¡Un trabajo único!

Tras recibir las noticias de su segundo enviado el emperador no pudo esperar más y decidió ir con su séquito a comprobar el trabajo de los tejedores. Al llegar se dio cuenta de que no veía nada por ningún lado y antes de que alguien se diera cuenta de que no lo veía se apresuró a decir:

– ¡Magnífico! ¡Soberbio! ¡Digno de un emperador como yo!

Su séquito comenzó a aplaudir y comentar lo extraordinario de la tela. Tanto, que aconsejaron al emperador que estrenara un traje con aquella tela en el próximo desfile. El emperador estuvo de acuerdo y pasados unos días tuvo ante sí a los tejedores con el supuesto traje en sus manos.

Comenzaron a vestirlo y como si se tratara de un traje de verdad iban poniéndole cada una de las partes que lo componían.

El emperador se miraba ante el espejo y fingía contemplar cada una de las partes de su traje, pero en realidad, seguía sin ver nada.

Cuando estuvo vestido salió a la calle y comenzó el desfile y todo el mundo lo contemplaba aclamando la grandiosidad de su traje.

– ¡Qué traje tan magnífico! ¡Qué bordados tan exquisitos!

Hasta que en medio de los elogios se oyó a un niño que dijo:

– ¡Pero si está desnudo!

Y todo el pueblo comenzó a gritar lo mismo, el emperador estaba seguro de que tenían razón, sin embargo, continuó su desfile orgulloso.

En definitiva, no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad.