En los últimos años estamos experimentado varios sucesos que mueven nuestra estabilidad establecida, en ocasiones han sido catástrofes provocadas por la naturaleza, el cambio climático, la pandemia del COVID 19… Y también, son ya varias veces que tenemos que ver en las noticias como personas, aparentemente “normales” causan un daño colosal a otros seres humanos. Algo parece que no funciona, ¿Quién no ha dicho alguna vez “este mundo se ha vuelto loco”?

No me cabe ninguna duda que vivimos en una sociedad con una gran presión. Tanto en el trabajo, como en la vida familiar o social, en la universidad o en el colegio vamos dirigidos hacía un estrujamiento en caída libre. La inmediatez toma posesión de cualquier principio sin tener en cuenta que las acciones más bonitas y satisfactorias tienen su tiempo. Gregg Popovich, prestigioso entrenador de la NBA tiene una frase que dice: La gente quiere victorias rápidas. No saben lo que cuesta crear y construir”. Totalmente apropiada esta cita para lo que estamos tratando.

El baloncesto me ha enseñado muchas cosas, no sólo por lo que supone trabajar como profesional, sino también porque si de verdad quieres seguir cada día en un nivel aceptable no tienes más remedio que evolucionar, el estancamiento laboral, en general, es crear un zoombie viviente…Un muerto en vida, con rutinas aburridas y con continuas quejas. Está claro que muchas veces no depende todo de nosotros, no podemos creer siempre en ese lema que circula libremente y que dice que podemos hacer todo lo que pretendemos. A veces, hay ciertas cosas que no pueden ser… Aunque necesitamos valorar que siempre hay un momentito que podemos usar para nosotros y, en eso, es en lo que tenemos que trabajar.

Son ya más de 22 años que dejé de trabajar en una fábrica, con sus turnos de trabajo y las aburridas producciones que en ocasiones tenía que elaborar y, juntando esa etapa con la actual de entrenador ayudante de baloncesto puedo afirmar que un primer punto en que podemos aplicar para mermar la presión diaria es pensar desde la cabeza de nuestro superior o, en definitiva, ponernos en la cabeza del otro. En mi caso, conocer al entrenador me ayuda a preparar mi trabajo. Esto significa que precisamos, en un primer momento, estudiar bien a nuestros responsables o a las personas que vamos a tener que rendir cuentas. He aprendido a anticiparme en la medida de lo posible a acontecimientos que me pueden llegar a ser más eficiente después.

 

Habrá veces que sea trabajo en vano, pero son muchas más las situaciones que son más provechosas actuando desde una filosofía de trabajo empática. La consecuencia de esto, la tengo muy clara: menos disposición al desgaste tanto de unos como de otros.

Una vez desarrollado el punto anterior es muy importante organizar nuestro propio tiempo. Para mí hay ciertos momentos de dificultad en esto, no siempre dispongo del mismo calendario que acostumbra a tener la sociedad común. No obstante, por muy reducido que parezca el tiempo que podemos organizar a nuestro antojo, considero de muy significativo para nuestro desarrollo personal planificar nuestras tareas, tanto las que dependen de otros como las que dependen de nosotros mismos.

Por ejemplo, puede ser interesante cuantificar tiempos o elaborar listado de tareas con el simple objetivo de no alargar en demasía cometidos que puedan dañar nuestra energía en la rutina diaria.

Para finalizar este plan contra la presión me resulta altamente interesante el tener respuesta para cuando te pregunten. A lo largo de mi trayectoria he estado en muchas conversaciones con una alta carga de toma de decisiones y las personas más reconocidas han sido aquellas que respondían de manera coherente y firme. Quizás, podemos decir que este punto va directamente relacionado con la formación, si estas notablemente preparado en la materia que corresponda, hay muchas posibilidades que tengas una contestación con fundamentos extraordinarios.

 

Los charlatanes o aquellas personas que enseguida replican con nociones muy básicas tienden perder consideración, por el contario si te muestras humilde y honesto con tu trabajo, no sólo te quitas una presión absurda por la falta de conocimiento, sino que serás una persona con gran afecto hacía los demás.

 

 

 

Del libro de Paulo Coelho Como el Río que fluye

El niñito miraba a la abuela escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:

-Abuela, ¿estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Es por casualidad, una historia sobre mí?

La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto:

– Estoy escribiendo sobre ti, es verdad.  Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando.  Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.

El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial.

– ¡Pero, si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!

Todo depende de cómo mires las cosas.  Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.

Primera cualidad:

-Puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una Mano que guía tus pasos. A esa Mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de su voluntad.

Segunda cualidad:

-De vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas.  Con eso el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado.  Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.

Tercera cualidad:

-El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores.  Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.

Cuarta cualidad:

-Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro.  Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.

Por último, la quinta cualidad del lápiz:

-Siempre deja una marca. Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas y procura ser consciente de todas tus acciones.