¡Qué difícil se presenta la vida! Sin embargo, no en pocos sitios, surgen “maestros” que nos seducen con discursos repletos de mensajes positivos para decirnos que todo es posible… No nos engañemos, yo creo en los límites personales y, a veces, tenemos que ser conscientes de saber realmente para qué valemos.

Siempre me resultaron atractivas las clases de filosofía y sigue siendo habitual, a día de hoy, aumentar de vez en cuando mi colección de libros sobre esta doctrina. Lo que más me gusta de la filosofía es que no pasa de moda. Las reflexiones fechadas antes de cristo son puramente modernas en pleno siglo XXI. La lucha de la humanidad sigue siendo la búsqueda de la libertad y la plenitud, tal y como les pasaba nuestros más antiguos antepasados.

Actualmente es el trabajo el que más nos regala espacios del tradicional capricho de ser libres. En realidad, pensamos, que nuestras tareas profesionales son las que nos frenan para ser personas plenas… Sin considerar que la vida es mucho más que trabajar. Seguramente, un orden coherente en nuestras rutinas podría hacernos olvidar un mal día o una mala época en el trabajo.

Me gustaría mencionar El mito del Anillo de Giges del libro II de La república de Platón, Atenas 427-347 a. C, ¡No ha llovida nada, eh!

Al comienzo del Libro II, Glaucón, hermano de Platón, explica su tesis de que todas las personas son injustas por naturaleza y únicamente el miedo al castigo que impone la ley o la posibilidad de obtener un beneficio hacen que se comporten adecuadamente. Para ello se apoya en la parábola que citaba anteriormente.

Giges era un pastor al servicio del rey de Lidia que, en medio de un gran alboroto formado por un temporal y un terremoto, vio cómo se abría una gran grieta en el suelo por la que descendió. Allí, bajo tierra, encontró un caballo de bronce con un cadáver en su interior y éste tenía un anillo de oro en un dedo. Giges se lo quitó y corrió a reunirse con los demás pastores sin imaginar los milagros que vendrían con ese misterioso anillo.

Junto al resto de pastores, Giges se cercioró que al girar el anillo se convertía en un ser invisible. Así que los pastores se pusieron a hablar creyéndole ausente… Entonces elaboró un astuto plan: Giges usó los poderes del anillo para seducir a la reina y, con ayuda de ella, matar al rey, para apoderarse de su reino.

Este mito ha tenido gran influencia en la filosofía y, por consiguiente, en la vida, pues podemos entender que el ser humano hace el bien hasta que puede hacer el mal, en este caso cuando se hace invisible.

La conclusión de Glaucón es bastante triste, ya no hablamos de justicia o no, sino simplemente de una sociedad que se corrompen a la mínima oportunidad, por eso la filosofía no necesita actualizarse, ¿O no es esto el estilo de corrupción actual?

¿Has pensado cómo actuarías si tuvieras un anillo con estas propiedades? ¿Cambiaría algo en ti?