Veinte años de profesión en un mundo tan exigente como el deporte profesional dan para muchas experiencias, sobre todo enriquecedoras. No tengo imágenes en mi cabeza de mi primer partido de baloncesto en una cancha, tenía dos años, sin embargo, desde que tengo recuerdos ha habido siempre un personaje en el que siempre me he fijado: la figura del entrenador.

El entrenador suponía para mí un ejemplo continuo… Y un sueño laboral y que finalmente lo he podido saborear, dedicándome a lo que más me gusta, en un segundo plano, pero es más que suficiente de lo que yo podía imaginar.

Con el paso de los años y mi madurez he ido formándome en varios ámbitos no solo relacionados con mi mejora profesional, sino también con el desarrollo personal. En este camino me encuentro con varias corrientes sobre el bienestar en el trabajo y lo que supone el liderazgo de personas.

Analizando a los entrenadores, a lo largo de mi trayectoria ya son muchos con los que he podido trabajar juntos, se me ocurren tres grandes características muy válidas para el mundo de la empresa, para que la productividad y la felicidad en el trabajo no se vean reñidas.

 

AMOR

Con cada entrenador que me he encontrado me he encontrado una tremenda pasión por lo que hace. Aman por encima de todo a su trabajo. En una temporada da la sensación que vivimos en una burbuja, con alegrías, tristezas, discusiones…. Es decir, un “mini” mundo que lo tratamos con cariño muy especial.

Esto se traduce, en la mayoría de casos, en positividad. Un equipo de baloncesto profesional convive mucho tiempo juntos (viajes, entrenamientos, partidos, concentraciones…), imaginaros si dentro del equipo reinaría el pesimismo, sería una situación insostenible, un suplicio cada día.

Esto es lo que necesita cualquier empresa, directivos que amen su trabajo. Que las horas de trabajo no sean un impedimento, que el esfuerzo extra este normalizado para ellos y que sean capaces de trasmitir la positividad y energía necesaria cada día a sus trabajadores para que el rendimiento sea lo deseado.

 

 

SUPERACIÓN

Seguirán pasando las temporadas y no dejaré de encontrarme con entrenadores de baloncesto abiertos al cambio, a superarse a sí mismos, utilizando nuevos métodos, nuevos sistemas de juego, descubriendo opciones de mejora dentro de cada sistema y de cada jugador. En definitiva, generar nuevas herramientas, no vale detenerse, siempre se puede algo más, “la vuelta de tuerca” a cada situación está muy analizada en el deporte.

Por supuesto, no podemos olvidarnos de las nuevas tecnologías. De un año a otro pueden aparecer tantos avances tecnológicos que ningún entrenador se cierra a las opciones que hagan mejor al equipo. Cualquier detalle tecnológico, por muy pequeño que parezca, puede significar un paso hacía las victorias…. Hacía el éxito.

Si coordinas o diriges un equipo de trabajo, no olvides, por tanto, la importancia de seguir creciendo, ponte en la piel del entrenador que más te guste y disfruta liderando cada día a tu equipo de trabajo. El beneficio de lo que tú aprendas como líder, reportará en la productividad de tus empleados o colaboradores.

 

 

CONFIANZA

Es muy difícil que un entrenador de por perdido un partido antes de jugarlo, la confianza que traslada a su equipo es realmente muy potente, algunos discursos durante la semana de entrenamientos o previo al partido son conferencias de un alto nivel motivacional con una fuerza tan enorme que podrían cambiar el mundo.

Si a tu equipo no le das confianza el miedo se empoderará de todos y el rendimiento será muy pobre. Solo tenemos que pensar en nosotros mismos cuando estamos plenos de confianza: somos otros, ¿Verdad?

¿Cuántos partidos de baloncesto hemos visto que han tenido un giro espectacular en el resultado en cuestión de minutos o segundos?

Recuerda esos tiempos muertos que podemos ver por televisión cómo el entrenador lidera con fuerza como se puede ganar el partido, repartiendo confianza y creyendo en lo entrenado.

 

 

A continuación os quiero presentar un breve cuento sobre el arte de enseñar, basado en un relato de Silvio Paulo Albino, aunque yo conozco el siguiente texto por antiguas publicaciones que Paulo Coelho hacía para una revista.

 

 

SOBRE EL PUENTE Y EL PUENTECILLO

Un hombre, después de muchos años de trabajo y meditación sobre la mejor manera de atravesar el río que pasaba delante de su casa, construyó con unos troncos sostenidos por cuerdas un puentecillo sobre él.
Pero los habitantes de la aldea raramente osaban atravesarlo, por causa de su precariedad.
Un buen día apareció por allí un ingeniero.
Junto con los habitantes, construyeron un puente, lo que dejó enfurecido al constructor del puentecillo.
A partir de entonces, él empezó a decir a todo quien quisiera oírlo que el ingeniero había faltado al respeto a su trabajo.
-¡Pero su puentecillo aún está allí!- le respondían los habitantes. -Y es un monumento a sus años de esfuerzo y meditación.
-Nadie lo usa -insistía el hombre, nervioso.
-Usted es un ciudadano respetado, y le apreciamos mucho. Solo que la gente encuentra el puente más bello y útil que el puentecillo, ¡qué se le va a hacer!
-¡Pero ese puente está cruzando mi río!
-Pero señor, a pesar de todo el respeto que sentimos hacia su trabajo, debemos decirle que el río no es suyo. Puede ser atravesado a pie, por barco, a nado, de la manera que queramos; y si las personas prefieren cruzarlo por el puente, ¿Por qué no se ha de respetar su deseo? Finalmente, ¿Cómo podemos confiar en alguien que, en vez de intentar mejorar su puentecillo, pasa todo el tiempo criticando el puente?