Es común ver a líderes de grandes empresas relajarse cuando tienen todo bajo control o, al menos, creen tenerlo. Pues desde la perspectiva del deporte y, en la cual he podido experimentar más vivencias, justo es este momento cuando más hay que trabajar, crear alternativas y hacerlas sin miedo, en definitiva, innovar desde la más pura acción.

Cuando innovamos damos un paso más allá… Supone dotar de creatividad a nuestra actividad regular y posiblemente se genere de esta acción una idea de mucho valor para nuestro equipo. Un líder que innova demuestra estar preocupado en mejorar y el resto de colaboradores se mantendrán abiertos al cambio y a la mejora continua, sin estancamientos ni desmotivaciones.

De esto me gustaría hablarte hoy, sobre la forma que tienen todos los líderes de conseguir que su equipo no pierda motivación y tengan siempre en mente los nuevos retos o resultados que hay que conseguir.

 

¿Cómo puedo liderar mi equipo y que no pierdan la motivación?

Lo primero que se me ocurre, tras estar rodeado día tras día, con personas que creen en lo que hacen y en su trabajo diario, es administrar bien tus poderes. No cabe duda que la sociedad está cambiando y no podemos seguir haciendo lo mismo, con esto, quiero decirte que no todo depende de ti, sino también de todo un englobado de situaciones y condiciones que tenemos que aprender a conducir para sacarle el mayor partido… La vida se mueve a una velocidad de vértigo y al menor descuido, otros competidores nuestros, nos adelantarán.

Te voy a presentar una serie de consejos para que puedas valorarlos en la dirección de tu equipo:

1. Define objetivos.

Esto es esencial para poder motivar a tus colaboradores y saber decirles qué camino tienen que seguir. Es necesario que hagas reuniones, mejor que estén planificadas y que no sean muy extensas… Que se note que lo tienes bajo control y que lo que realmente quieres es establecer puntos en común en el equipo.

A través de estas reuniones, conseguirás reconocer las fortalezas de cada uno y convertir a tu equipo en una maquinaria casi perfecta para  la consecución de los objetivos. Clave reconocer las fortalezas de cada colaborador de tu equipo.

 

2. Revisa todo lo que ya está pactado.

No te conviertas en el policía que está detrás de cada persona, todo lo contario. Sé participe y estate presente en cada movimiento de tu equipo.

Un líder que participa se caracteriza por escuchar a su equipo y tomar en cuenta todas las opiniones a fin de alcanzar los objetivos planteados.

3. Sé un ejemplo. Esta es la forma más fácil de llegar a donde quieres ir. No dejes solo a tu equipo en ningún momento, el líder es el que cumple el primero en todo momento. Tienes que ser la persona que inspire y enorgullezca a todo su equipo de profesionales.

Puedo asegúrate que la productividad está directamente relacionada con el tipo de relación que el trabajador tenga con su jefe más inmediato.

4. Comunicar, comunicar y comunicar. Una vez que tu equipo esté en funcionamiento, es necesario mantener la comunicación para construir relaciones, evaluar el progreso e identificar riesgos y problemas. Recuerda, como ya has leído anteriormente, lo importante de escuchar. No te conviertas en un líder que responde sin más… Escucha y tus conversaciones serán poderosas para el desarrollo de tus colaboradores.

Una comunicación continua también puede fortalecer los tipos de roles, por otra parte, necesarios en cada equipo. Por ejemplo, un líder abierto a la comunicación tiene más influencia para dejar claras las expectativas y responsabilidades para que todos sepan quién está haciendo qué, por qué y cuándo. Esto parece obvio, pero no asumas que todos tienen la comprensión detallada del proyecto en cuestión.

 

Sin existir una pócima mágica, espero que estas sugerencias puedan ayudarte para tener más éxito con tu equipo y a desarrollar mejor la carrera profesional de cada componente. Por último, recuerda que nunca dejes de creer en el poder de todos tus compañeros o colaboradores, con ellos, “jugando” juntos cualquier reto es posible.

 

 

FÁBULA LOS DOS HALCONES

Un rey de un país muy lejano recibió como obsequio en su cumpleaños dos pichones de halcón, y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasados unos meses, el instructor le comunicó que uno de los halcones estaba perfectamente educado, había aprendido a volar y a cazar, pero que no sabía qué le sucedía al otro halcón: no se había movido de una rama desde el día de su llegada a palacio, e incluso había que llevarle el alimento hasta allí.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores de todo tipo, pero nadie consiguió hacer volar al ave. Encargó entonces la misión a varios miembros de la corte, pero a pesar de los intentos nada cambió; por la ventana de sus habitaciones el monarca veía que el pájaro continuaba inmóvil. Publicó por fin un llamamiento entre sus súbditos solicitando ayuda, y entonces, a la mañana siguiente vio al halcón volar ágilmente por los jardines.

– “Traed al autor de este milagro” – dijo a su séquito.

Al poco rato le presentaron a un campesino.

– “¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago, acaso?”

Entre feliz e intimidado, el hombrecito explicó:

– “No fue difícil, Su Alteza: sólo corté la rama. El pájaro se dio cuenta de que tenía alas y se lanzó a volar”.