La vida contiene un trajín de experiencias excitantes y variadas. Conformarse es una palabra que poco a poco desaparece de nuestro lenguaje cotidiano y nos hemos convertido en seres altamente exigentes con nosotros mismos. Todos llevamos una mochila imaginaria en nuestra espalda… En algunos casos, el peso de todas las obligaciones y ambiciones puede suponer doloroso y dañino para la salud. Es importante revisar el interior de nuestra mochila.

En ella llevamos nuestras responsabilidades, esas, que a veces, tanto nos limitan… nos producen miedo a salir de nuestra zona de confort, pues podemos poner en riesgo a nuestros seres queridos, o al menos eso pensamos sin ni siquiera intentarlo. Puede que tengamos respeto por evolucionar, parece un término ligado para unos pocos… Pero no es así, todos necesitamos avanzar, la vida no se termina con cada noche, en definitiva, en nuestro camino cuanto mayor despiertos estemos, más oportunidades tendremos.

Cargar con una mochila pesada causa lentitud, sin embargo, si somos capaces de tener una mochila organizada, florecerá una motivación extra en cada uno de nosotros, encontrando fácil lo que en cada momento necesitamos.

Hace poco leía que el 95% de las cosas malas que imaginamos nunca suceden, aún, así viajamos muchas veces en nuestra vida con el freno de mano puesto, pensando en el qué dirán, y dejamos de lado aquellas mini oportunidades que pueden hacernos un poco más feliz.

¿Qué son las mini oportunidades? Tengo un amigo que le gusta está expresión de “mini”, con ello me refiero a las situaciones que son un logro para mí con apenas repercusión para el resto, y es que saber vivir en un estado de logros-mini puede ser muy poderoso para nuestra vida.

Sería vivir una vida plena en valores, explorando y aceptando para luego trasformar, ¡Claro que tenemos una mochila! Y debo moverme con ella; en ella están todas nuestras cargas… nuestras relaciones… nuestras emociones… nuestros sentimientos… nuestros recuerdos… Resulta pesado trasladarme con ella, demasiados detalles que hilar a diario, ¿Verdad?

¿Qué os parece si cada noche organizamos la mochila? ¿Quizás no necesitemos todo lo que va dentro? En definitiva, lo que propongo es una evaluación y planificación de los días.

Elaborar una especie de diario para los más meticulosos o simplemente una libreta para aquellos menos detallistas, con el objetivo de escribir cómo nos hemos sentido el día finalizado y qué vamos a necesitar para el siguiente día.

Eso sí, no olvides meter en tu mochila a aquellas personas que te hacen brillar, apuesta por los que un día apostaron por ti, crea tu equipo para apechugar con el día a día, con ellos estarás acompañado y la unión hace la fuerza.

 

 

LO QUE HE APRENDIDO (ARTÍCULO DE PAULO COELHO)

He aprendido que no puedes hacer que alguien te ame. Todo lo que puedes hacer es ser alguien que pueda ser amado. El resto depende de ellos;

He aprendido que no importa cuánto me importe, a algunas personas simplemente no les importa; He aprendido que lleva años construir confianza, y solo unos segundos destruirla. He aprendido que puedes sobrevivir con encanto, durante unos quince minutos. Después de eso, será mejor que sepas algo; He aprendido que o controlas tu actitud o que te controla a ti.

Aprendí que no importa cuán caliente y tórrida sea una relación al principio, la pasión se desvanece y es mejor que haya algo más que tome su lugar. He aprendido que a veces las personas que esperas que te pateen cuando estás cuesta abajo, son las que te ayudan a levantarte.

He aprendido que a veces cuando estoy enojado tengo derecho a estar enojado.

Aprendí que la verdadera amistad continúa creciendo, incluso en la distancia más larga. Lo mismo va para el amor verdadero. Aprendí que el hecho de que alguien no te quiera de la manera que tú quieres no significa que no te quiere con todo lo que tiene.

Aprendí que la madurez tenía más que ver con qué tipo de experiencias tuviste y qué aprendiste de ellas y menos con cuántos cumpleaños celebraste. He aprendido que no importa cuán bueno sea un amigo, te van a lastimar de vez en cuando.

He aprendido que no siempre es suficiente ser perdonado por otros. A veces tienes que perdonarte a ti mismo.

He aprendido que no importa qué tan roto esté tu corazón, el mundo no se detiene por tu dolor.

Aprendí que nuestros antecedentes y circunstancias pueden haber influido en quiénes somos, pero somos responsables de en quién nos convertimos.

Aprendí que el hecho de que dos personas discutan no significa que no se amen. Y solo porque no discutan, no significa que lo hagan.

He aprendido que no tenemos que cambiar de amigos si entendemos que los amigos cambian. He aprendido que dos personas pueden mirar exactamente lo mismo y ver algo totalmente diferente.

He aprendido que no importa cómo intentes proteger a tus hijos, eventualmente saldrán lastimados y tú saldrás lastimado en el proceso.

He aprendido que las personas que ni siquiera te conocen pueden cambiar tu vida en cuestión de horas. He aprendido que es difícil determinar dónde trazar la línea entre ser amable, no herir los sentimientos de las personas y defender lo que crees.