Los entrenadores están acostumbrados a tomar decisiones continuamente. No sólo en un partido, en la preparación de los entrenamientos ya empiezan las tomas de decisiones: qué hacer, qué es lo más conveniente, cómo hacerlo, elección de los grupos de entrenamiento… Digamos que un entrenador actual es lo más parecido a un gran líder, no sólo por capitanear un equipo, sino por dirigir un proyecto en el que hay diferentes profesionales mezclados entre sí como jugadores, entrenadores, fisios, médico…

Pues a lo largo del día, las personas tomamos una media de 35.000 decisiones y tan sólo somos conscientes de una pequeña parte de ellas. El 99% de las decisiones las tomamos de manera automática, es decir, apenas el 1% de nuestras decisiones son de manera consciente. Dato impresionante. Los recientes estudios sobre este tema nos advierten que el número de decisiones reales que tomamos se reduce a 100 por día, es decir poco más de 4 decisiones a la hora.

Aprendiendo de los entrenadores, tenemos que ser coherentes con esas pequeñas decisiones que podemos llegar a tomar. El lema sería toma una decisión y sigue adelante. Si de las pocas decisiones que podemos ser grandes protagonistas nos cuesta pronunciarnos, nuestra libertad se reduce aún más.

Como ya sabéis para mí los entrenadores son grandes maestros de vida, así que voy a detallar tres características en común que he podido descubrir entre los entrenadores que he podido conocer:

 

ENTRENAR

La idea es desarrollar hábitos, aunque pueda parecer que estemos haciendo siempre lo mismo, tener al equipo preparado con una serie de rutinas es imprescindible para cuando se acerca la parte importante de la temporada y los grandes partidos. Es entonces, cuando una serie de decisiones, esas que hemos explicado anteriormente como las no conscientes, puedes evitarlas y así, tener más energía para tomar otras decisiones. En definitiva, tener al equipo preparado, con unas costumbres muy sólidas de aprendizaje y estar plenamente fuerte para tomar las decisiones en las acciones impredecibles que se van dando en el partido.

Desarrollar esto para la vida puede ser enriquecedor, pues habrá una serie de acciones que funcionarán de manera inconsciente porque así lo hemos “entrenado” y simplemente nos tendremos que preocupar de imprevistos.

 

PLAN B

El deporte nos es ciencia exacta, incluso no es justo, en alguna ocasión. No basta con entrenar sólo una idea. ¿Qué pasa si luego no funciona en pleno partido? Al menos los entrenadores tienen en la cabeza un planteamiento alternativo… Que a veces se entrena, en función del tiempo que se tenga en la preparación de partidos. No puede frenarte una situación adversa, un entrenador dice: “Si nos meten muchas canastas con esta defensa, entonces vamos a hacer este oro tipo de defensa”.

Estoy convencido que en tu rutina diaria te ha bloqueado alguna inesperada acción, prepárate un plan B. Me gusta terminar cada día planeando el próximo, es aquí dónde podemos escribir algunas opciones variables para no detenernos.

 

DETERMINACIÓN

Cuando tenemos mucho tiempo solemos alargar nuestras obligaciones: Procrastinar. Muy de moda en la sociedad que vivimos, sin embargo, los grandes profesionales no dudan en poner un tiempo coherente en la toma de decisiones. Cuando tienes mucho tiempo para preparar un partido la gran clave es prepararlo como si se tratase de jugarlo mañana. Podemos pensar que si esperamos más tiempo las decisiones pueden ser mejores, pero ¿A costa de cuánto tiempo? Recordad lo que explicaba en el primer punto, cumple unas rutinas para no perder energía en futuras decisiones.

 

 

EL GATO Y LA ZORRA (Hermanos Grimm)

Había una vez un gato que llegó a un bosque por primera vez. No conocía a nadie y al ver a la señora zorra pensó: “Quizá pueda hacerme amigo suyo. Intentaré ser amable con ella”

– Buenos días querida señora zorra. ¿Cómo se encuentra usted? Hace un día maravilloso, ¿No cree?

La zorra lo miró con desprecio y tras unos instantes pensando si merecía la pena contestarle o no, finalmente lo hizo.

– Pero, ¿Quién eres tú minino para dirigirte a mi como si me conocieras de algo? Que yo sepa no te conozco de nada… ¿O es que te crees muy listo?… Dime, ¿Qué sabes hacer que no sea decir miau?

– Bueno… La verdad es que no sé hacer muchas cosas – contestó el gato avergonzado.

– ¡Ja! Lo sabía.

El gato se sintió muy mal ante la humillación de la zorra y estaba dándose la vuelta para volver por donde había venido cuando tuvo una idea.

– Aunque…Hay algo que sé hacer muy bien.

– ¿Ah sí? ¿Y qué es?

– Sé subirme de un salto a los árboles cuando los perros me persiguen. Ya me he salvado dos veces.

La zorra se echó a reír escandalosamente.

– ¡Ja, ja, ja, ja! ¿De verdad es eso todo lo que sabes hacer? Yo conozco cientos de trucos para librarme de ellos. Pero, tú eres un simple gato, seguro que no podrías aprender ni la mitad.

En ese momento apareció un cazador con cuatro perros ladrando como locos.

– ¡Corra señora zorra, corra!

El gato saltó rápido a la copa del árbol más cercano, mientras que a la pobre zorra de nada le sirvieron sus cientos de trucos para escapar, porque los perros fueron más rápidos que ella y lograron atraparla. Llegado el momento tener sólo una opción fue lo que salvó al gato.