Aunque la sociedad celebra el 31 de diciembre como el final de año, no cabe duda que en plena primavera se va terminando el otro “año”. La temporada deportiva inicia su sprint final: La lucha por los campeonatos o la consecución o no de los objetivos son foco de los protagonistas de este sector.

La tensión se palpa en los equipos. Justo en el estado de forma más cansado, los deportistas, con miles de kilómetros en sus piernas, necesitan cerrar la temporada al máximo rendimiento. Como si se tratará de superhumanos nadie tiene en consideración el estrés acumulado en estas fechas. Recientemente leía que un colegio implantaba un pionero sistema para cuidar la salud emocional del alumnado. Pensándolo bien, ¿Somos conscientes lo difícil que es estar bien al final del “año”?

Me parece interesante recordar en esta época cómo nos podemos sentir las personas esperando la disminución de tareas y responsabilidades: Somos muchos los que esperamos las vacaciones para desconectar unos días de las obligaciones diarias. Pero antes, hay que terminan al máximo de concentración y esfuerzo, en pleno agotamiento físico y mental llegan los partidos claves, las finales, los inventarios… ¡Los exámenes!

 

 

EL ABURRIMIENTO QUE LLEGA

El “boreout” es un término utilizado para describir una condición laboral en la que una persona experimenta aburrimiento y falta de desafío en su trabajo. Se considera una forma de estrés relacionada con el trabajo que surge cuando hay una falta de tareas interesantes, estimulantes o significativas para realizar.

Las personas que experimentan boreout a menudo se sienten infravaloradas, desmotivadas y aburridas en su entorno laboral. Pueden tener habilidades y capacidades subutilizadas y no encuentran satisfacción o propósito en su trabajo. Esto puede llevar a la falta de motivación, la disminución del rendimiento y el deterioro de la salud mental.

Es importante abordar el boreout tanto a nivel individual como organizacional. A nivel individual, es útil comunicar las preocupaciones y buscar oportunidades para el desarrollo personal y profesional. A nivel organizacional, es importante que los empleadores asignen tareas desafiantes y significativas, brinden oportunidades de crecimiento y fomenten un ambiente de trabajo estimulante y motivador.

Cabe destacar que este concepto es relativamente nuevo y aún se está investigando y discutiendo en el ámbito de la psicología laboral. En resumen, el boreout se produce cuando hay una falta de trabajo estimulante.

 

 

EL AGOTAMIENTO QUE NOS ABSORVE

El “burnout” es un término que se utiliza para describir un estado de agotamiento físico, emocional y mental relacionado con el trabajo. También se le conoce como “síndrome del desgaste profesional” o “síndrome de agotamiento laboral”.

El burnout suele ser el resultado de una exposición prolongada a altos niveles de estrés laboral y puede afectar a personas de cualquier profesión. Se caracteriza por una sensación de agotamiento constante, falta de energía y motivación, sentimientos de frustración y desesperanza, y una disminución del rendimiento en el trabajo.

Algunos de los síntomas comunes del burnout incluyen cansancio crónico, dificultad para concentrarse, irritabilidad, cambios en los patrones de sueño, pérdida de interés en las actividades laborales y una actitud negativa hacia el trabajo. También puede haber consecuencias físicas, como dolores de cabeza, problemas digestivos y debilitamiento del sistema inmunológico.

El burnout puede tener un impacto significativo en la salud y el bienestar de una persona, así como en su vida personal y profesional. Es importante tomar medidas para prevenirlo o abordarlo, como establecer límites saludables en el trabajo, practicar técnicas de manejo del estrés, buscar apoyo social y buscar ayuda profesional si es necesario.

Es importante destacar que el burnout no debe confundirse con el estrés común en el trabajo. El burnout es un estado más grave y crónico que requiere atención y cuidado adecuados. El burnout, por tanto, se caracteriza por el exceso de trabajo y la sobrecarga.

 

Si vemos que podemos padecer alguno de estos síndromes, la solución más bien podría venir por una terapia con el profesional adecuado. No debemos menospreciar este tipo de alteraciones de la salud. La ayuda de un médico, psicólogo o psiquíatra es la opción más viable para realizar un diagnóstico preciso, evaluar los síntomas y ofrecer la orientación sobre los posibles tratamientos.

 

Por el momento, podemos reflexionar con la metáfora el síndrome de la rana hervida. Es una alegoría utilizada para describir una situación en la que una persona o grupo se encuentra en un entorno que cambia gradualmente y se vuelve perjudicial o peligroso, pero debido a la adaptación lenta, no se dan cuenta del deterioro de su situación y no toman medidas para escapar o cambiar.

La metáfora se basa en un experimento popularizado por Olivier Clerc, en el cual si una rana es arrojada en una olla de agua hirviendo su reacción es saltar. Su instinto es salvarse. Si esa misma rana es colocada en una olla de agua fría, y se procede a calentar gradualmente el agua la rana se va acostumbrando. Es tan sutil el desgaste que sus mecanismos de alarma y defensa se van debilitando. El agotamiento progresivo, la pérdida de conciencia van llevándola hacia su propia muerte, perdiendo capacidad de reacción.

El síndrome de la rana hervida es, entonces, adaptarse consciente o inconscientemente a situaciones, personas o relaciones que resultan dañinas y que desfavorecen de alguna manera el bienestar mental, emocional o físico de un individuo.

El miedo al cambio y la aversión a la pérdida pueden ser mecanismos tan paralizantes que impiden reaccionar. Esta  metáfora se utiliza para describir situaciones en las que las personas o grupos no perciben gradualmente los cambios negativos en su entorno y no toman medidas para evitar daños o peligros. Puede aplicarse a situaciones sociales, ambientales, económicas o políticas en las que el cambio es gradual y las personas se adaptan a las nuevas condiciones sin darse cuenta de la magnitud del problema.

 

En resumen, el síndrome de la rana hervida es una metáfora que describe una situación en la que las personas no se dan cuenta de los cambios negativos en su entorno porque ocurren gradualmente y, por lo tanto, no toman medidas para protegerse o escapar.