El papel de un líder no siempre es fácil. Mientras que al comienzo de su carrera es probable que fuera el único responsable de su trabajo, ahora es su deber inspirar, liderar y motivar a su equipo para lograr un conjunto de objetivos para la organización.

Recuerdo hablar con algún entrenador de baloncesto que me trasmitía algo parecido a lo anterior. Estamos hablando que muchos de ellos han pasado antes por la etapa de jugadores y que en ocasiones han sido grandes virtuosos del deporte y muy queridos por la afición. Pues curiosamente uno de ellos, en conversación amistosa conmigo, me decía: “Es que cuando yo era jugador yo ya me preocupaba por no olvidarme de esos detalles, de cuidarme… Ahora no puedo controlar la vida de todos mis jugadores, cómo saber que están ahora descansado o que se están preparándose realmente para el partido…

Liderar, al igual que entrenar, es mucho más que mandar. Liderar es influir con el impacto suficiente para que el equipo no pierda el entusiasmo. Un líder empatiza con su equipo y lo conoce a la perfección. En definitiva, un tipo con carisma, experto en lo que hace, siempre en continua formación y mejora personal y profesional. Un ejemplo para el resto de colaboradores que le siguen sin sentirse coaccionados… Y, además, son conscientes, que se desarrollan plenamente y son eficientes en el trabajo y pueden transferirlo a la vida.

Entonces, ¿Cómo puede ser un líder que demuestre autoridad y liderazgo, al mismo tiempo que mantiene el respeto de sus compañeros? Aunque liderar personas supone un desafío, me gustaría recomendarte algunos consejos que se me ocurren para una gestión eficaz.

 

 

Tips para saber gestionar tu equipo de trabajo 

 

1) Mantener una buena comunicación

Los colaboradores quieren estar informados sobre los proyectos en curso, los objetivos y los plazos, por lo que es esencial que se comunique bien con ellos y les informes sobre los acontecimientos dentro de la organización. También es esencial que fomente la retroalimentación y que el personal sienta que pueden acercarse a ti con cualquier pregunta o problema que deseen abordar, por lo que es fundamental que sea accesible para el personal.

Recapitulando en mi etapa de entrenador aprendiz, me solían decir entrenadores más expertos que un equipo que se comunica es como jugar con uno más en el campo. El diálogo y mantener conversaciones con tu equipo da fuerza y unión: La fuerza del grupo es a la mayor virtud que debemos aspirar como líderes.

 

2) Construir relaciones de trabajo positivas

En el deporte pasa mucho. Antes de fichar a un jugador existe un protocolo exhaustivo de informes y de imágenes que intentan corroborar el jugador que realmente quieres para tu equipo. Es importante conocer a los miembros de tu equipo individualmente, no solo a nivel profesional, sino también a un nivel más personal.

Por ejemplo, cuando nos esforzamos por conocer un poco más sobre cómo les está yendo a nuestras amistades y qué les interesa, se crea una relación mucho mejor y más fuerte, así pues, traslada todo esto al equipo y verás que reforzado sale el comportamiento del grupo.

 

3) Reconocer el buen trabajo

¡No seas uno de esos jefes que solo da retroalimentación cuando tienes algo que criticar! Brindar al personal comentarios positivos ayudará a desarrollar su confianza y los alentará a involucrarse más en el futuro, por lo que es vital que reconozcas los logros y el esfuerzo que están poniendo.

Desde mi posición de entrenador ayudante me llegan muchos inputs de lo que prefieren los jugadores, pues uno de ellos es que el entrenador de valor al trabajo bien hecho y que positivice el esfuerzo que se va realizando en la cancha.

4) Sé real

Mostrar sentimientos. En el mundo del deporte el enfado es que más se exterioriza, sin embargo, he vivido reuniones con equipos mirándonos a los ojos y explorando opciones para superar las debilidades que nos impedían avanzar.

Tu equipo no espera que seas un super-humano, así que, si sientes la presión y necesitas una mano amiga, no tengas miedo de admitirlo y si cometes un error, ¡admítelo! Al mostrar tu lado humano y permitir que tu personal lo conozca un poco mejor, tu equipo se sentirá más relajado y cómodo.

 

5) Sé decisivo

Un buen líder necesita poder hacer valer su autoridad y tomar decisiones importantes para el equipo. Como siempre digo, en el baloncesto los tiempos muertos que piden los entrenadores para interrumpir un partido y dar soluciones al equipo, son uno de los mejores ejemplos universales de órdenes para arreglar aquello que no funciones bien en ese momento.

No hay lugar para la desfachatez en un rol de liderazgo, por lo que es crucial que te mantengas firme y optes por lo que creas que es mejor para el interés oportuno en ese instante.

 

6) Delegar trabajos a las personas adecuadas

Las personas se desempeñan mejor y se involucran más en los roles en los que sienten que están empleando sus mejores habilidades, por lo que delegar las funciones adecuadas que se adapten a cada uno tendrá un impacto significativo en la productividad del equipo.

En la práctica deportiva existen los roles, algo clave para el buen desarrollo del trabajo. Cada vez se empieza a ver más como los propios entrenadores delegan más funciones que antaño sobre sus ayudantes. Hacer todo, controlar todo, ser bueno en todo no es siempre posible. Lo que si puede hacer un bien líder gestionar cómo y quién puede hacer cada cosa y luego evaluarlo.

¡Llega tu momento! Lidérate y liderarás… Lidérate y progresarás.

 

Del EGO a la confianza


Según Arménia Barradas (https://www.linkedin.com/in/armeniabarradas/) uno de los principales enemigos a la hora de liderar un equipo tiene que ver con el ego del líder.

Cuando el líder actúa desde el ego, existe el miedo a que se dañe su imagen o a perder su credibilidad, respeto y autoridad. Y es ahí cuando algunos gerentes adoptan una actitud defensiva que no beneficia su labor de liderar personas.

A la hora de liderar un equipo, es importante que el líder aprenda a gestionar su ego, porque una cosa es el ego y otra cosa muy distinta es la (auto) confianza.

Para ser un gran líder, primero hay que confiar en uno mismo y en todo lo que puede aportar al equipo: conseguir sus objetivos, enfrentar con éxito los desafíos, superar las dificultades y sobre todo inspirar a los demás.

Tanto en el deporte como en las organizaciones, es importante distinguir la (auto) confianza del ego:

– Cuando un líder actúa desde el miedo tiene la necesidad de sentirse importante.

– Cuando un líder confía en sí mismo, hace que todos sus colaboradores se sientan importantes.

Vivimos en entornos que cambian constantemente, por eso, los líderes también tienen que evolucionar. No es efectivo liderar desde la autoridad y del ego, sino desde la autenticidad y (auto) confianza.

 

Arménia Barradas es Fundadora de People Consulting, transformando las organizaciones y equipos a través del salario emocional, cultura organizacional y liderazgo.