No cabe la menor duda que la colaboración está muy presente en el ser humano, sobre todo cuando suceden ciertas catástrofes y nos necesitamos los unos de los otros. Tenemos ejemplos muy recientes como el COVID 19, inundaciones o la erupción reciente del volcán Cumbre Vieja de La Palma. Lástima que no seamos capaces de mantener en un alto porcentaje este valor de cooperar durante muchos más periodos de la vida. Se me ocurre uno que a todos nos habrá pasado alguna vez, estar en un atasco y que nadie te permita pasar, aún, estando parados… Es una anécdota muy “tonta”, pero con colaboración seguro que el tráfico podría llegar a ser más fluido.

Cambiando de asunto y ya metido de lleno en la nueva temporada, reflexiono durante ciertos momentos del día la importancia de la colaboración para ser personas altamente productivas. Este indicio me lo dan los jugadores. Cuando mejor juegan es porque el nivel de colaboración es eminente. En el argot del baloncesto se suele decir “jugar de memoria” cuando un equipo disfruta pasándose el balón con virtuosos movimientos, los cinco jugadores son uno en la pista de juego, ayudándose para atacar con disciplina y defender con precisión. La colaboración, en este caso es ayudar y servir espontáneamente al equipo, es jugar cooperando unos con otros para conseguir el objetivo de jugar bien para ganar el partido. Es más, siguiendo con la jerga del baloncesto, los entrenadores solemos decir que un equipo si se comunica cuando defiende, es como si tuviera uno más en el campo. Claro ejemplo de colaborar… Por ejemplo, avisando de peligros a los compañeros, alertando por dónde viene el defensor, en definitiva, de cooperar con mi equipo para no salir perjudicado y sencillamente ganar todos con este acto.

 

Tristemente no siempre es así, los entrenadores tienen una laboriosa función todos los días para que el equipo vea la colaboración como una rutina normal para ser mejores, para crecer como equipo. Sí, ¡Lo mismo que nos pasa en un atasco! Con lo sencillo que sería dejar pasar cada uno a uno y mejorar la circulación…

La colaboración es un valor tapado, tenemos que vernos “con el agua al cuello” para ayudar, auxiliar o favorecer al prójimo, y eso, sabiendo que todos salimos fortalecidos de este acto. Al final, si reflexionamos sobre esto, da la sensación que malgastamos segundos de nuestra vida, nos permitimos el lujo de enfadarnos con asiduidad y perder así, de esta forma, momentos de vida.

Cuando un jugador de baloncesto sale sólo a recibir un pase porque un compañero le ha ayudado a que esta situación se produzca y como consecuencia mete una canasta de tres puntos, veo que la alegría de ambos (incluso tres personas implicadas en la acción) es grande: Se abrazan, se chocan la mano, gritan de felicidad… Pues esto sucede gracias a la cooperación como equipo.

 

Es más, he comprobado que cuando realizo un paseo en solitario por calles de poco tránsito o mismamente entrando en un ascensor y me encuentro con alguien que no conozco y me saluda, resulta que en esa acción hay un acto de colaboración hacía mí. Esto es una mueca que hace que nuestro día sea especial. Digamos que es un gesto de apoyo, no olvidemos que estamos todos en el mismo barco. Por lo tanto, lo apunto en mi debe e intento hacer lo mismo, romper esa barrera imaginaria que nos impide centrarnos en los pequeños detalles que harán mejor nuestra vida y sintiendo más de cerca la comodidad de estar vivo.

 

 

EL BANCO IMAGINARIO (Jorge Bucay)

Imagínate que existe un banco que cada mañana se acredita en tu cuenta la nada despreciable suma de 86 mil 400 euros ni uno más ni uno menos.

86 mil cuatrocientos euros diarios para ti sin pedir explicaciones ni rendir cuentas, 86 mil cuatrocientos euros tuyos y sin impuestos.

Imagínate que la única restricción de la cuenta que te ha sido asignada es que por una incapacidad del sistema o una decisión del donante la cuenta no mantiene los saldos de un día para otro es decir cada noche al dar las doce, como el carruaje de cenicienta volvía a ser una calabaza, la cuenta elimina automáticamente cualquier cantidad que haya quedado como saldo y lo peor también se desvanece cada peso retirado que no haya sido gastado durante el día.

Por supuesto que si algo de saldo se ha perdido te queda el consuelo de que al día siguiente tendrás frescos y nuevos 86 mil 400 euros para gastar. Sin embargo, la única restricción adicional es que nadie sabe decirte cuánto durará este regalo.

¿Qué actitud crees que vas a tomar? Seguramente decidirás retirar hasta el último euro y disfrutarlo con quien decidas.

Cada uno de nosotros tiene una cuenta como ésta, cada uno de nosotros recibe ese regalo cada mañana: el banco del tiempo te acredita a tu disposición 86 mil 400 segundos ni uno más ni uno menos y cada noche el banco borra el saldo y lo manda a pérdidas.

El banco del tiempo no permite cheques posdatados, no admite sobregiros. Si no usas tus depósitos de tiempo durante el día la pérdida es totalmente tuya, es tu responsabilidad invertir cada segundo de tu tiempo con el fin de conseguir lo mejor para ti y para lo que amas.