Hace varios años que llego a mi vida un libro que me aporto mucho. “Tiempo para decidir” fue una lectura que confirmaba parte de mi filosofía de vida: El deporte tiene algo más que destreza física, el deporte es una fuente de valores inagotables, de disciplina mágica y de aprendizaje continuo. La inspiración perfecta para cualquier empresa…. Para cualquier equipo.

Raúl Castro, su autor, sedujo mi interés y curioseé su trayectoria. Un amante del baloncesto, pero más de las personas. Preocupado por el cambio, defiende la importancia que tiene la formación continua en la vida, bien sea en el campo laboral o simplemente como personas o padres de familia. El aspecto mental forma parte de una pieza fundamental para entender mejor el trabajo, la vida y la familia. Si no nos preocupamos por avanzar, por tener una cabeza bien amueblada algo o alguien nos adelantará…

Otra característica que me hizo seguidor de Raúl Castro es su percepción del liderazgo. Me gustó leer en su libro la trascendencia que tiene el ejemplo del líder para el equipo. El caso del jefe de ventas implicado con el resto de su equipo es muy difícil de olvidar para mi trajín diario. Una lección que no olvido y os la explico brevemente.

Se trata del crecimiento de más del 50% de cierta empresa con respecto de un año a otro. Periódicamente en esta empresa hacen una campaña de presentación de los servicios a los clientes de la zona de influencia de cada centro de ventas. Las jornadas consistían en que todos los comerciales se juntaban para patear la zona presentando sus servicios. Lo fundamental de esta anécdota es que el éxito de estas jornadas residía en que el jefe de todos ellos era el primero que hacía las mismas labores que el resto ese día, la presencia del jefe pateando la calle como el primero trasmitía a todos los comerciales que aquello era verdaderamente importante. Nadie escatimaba en esfuerzos.

Me gusta pensar que el grado de compromiso de los jugadores va íntimamente ligado con la responsabilidad que el entrenador tiene con el equipo, y esto, que tantas veces lo he vivido como entrenador ayudante, me parece una acción extraordinaria para el buen hacer en cualquier otro sector. Llegar a ser jefe no puede significar desligarme del trabajo y mandar, llegar a jefe es liderar para inspirar al resto de colaboradores a remar en la misma dirección y cada día con nuevas fuerzas renovadas.

El entrenador de baloncesto se implica en la cancha, vive dentro de cada acción como si se tratara de un jugador más, por eso, a veces, es tan bonito ver un deporte de equipo como el baloncesto, como logran coordinarse cinco jugadores para conseguir culminar un buen ataque o una buena defensa y no podemos olvidarnos del primer líder que hace posible que el equipo funcione: El entrenador, esa persona que patea la cancha como un jugador más.

Como decía al principio de esta entrada, la formación debe ser continua, el deporte es devorador en estados de relajación. Todos los equipos se preparan día tras día con entrenamientos en la cancha y con sesiones de vídeo, ya no es sólo una cuestión de competición física, sino también de preparación mental, cada detalle suma y puede hacer que los resultados cambien peligrosamente por insignificantes gestos que parezcan.

A todo ello, pues que finalmente he podido conocer a Raúl Castro, todo un mentor para mí en mi otra pasión como la gestión de personas. Además, muy agradecido porque el final de este artículo termina con una aportación que él mismo me ha enviado.

 

¡Felices conclusiones!

 

EL LIDERAZGO MODERNO (RAÚL CASTRO)

Si estás leyendo esto y tienes más de 30 es seguro que, si te digo una fecha, sepas decirme exactamente lo que estabas haciendo, el lugar y con quien en ese preciso momento: 11 de Septiembre.Inicio | Raúl Castro - DIVULGADOR Y SPEAKER INTERNACIONAL

El mundo cambió y lo hizo para siempre.

Si tienes más de 15 y te digo otra fecha, vas a saber por siempre lo que estabas haciendo, dónde estabas trabajando, y lo que te pasó por la cabeza: Marzo de 2020.

Y el mundo ha vuelto a cambiar, especialmente el de la empresa y para siempre.

Si estamos de acuerdo en esto, ¿Cómo aún estamos aspirando a dirigir empresas como antes de la pandemia?, ¿Por qué seguimos empeñados en volver a una normalidad que ya no va a ser la de antes?

Muchas empresas han demostrado que se puede trabajar en la distancia, sin tener que “vigilar over the shoulder” a los colaboradores. Muchos de ellos han demostrado con creces tener una capacidad de autonomía extraordinaria, una capacidad de administración del tiempo y organización superior y se han ganado a pulso la confianza de los líderes de las empresas. El drama es que a muchos de ellos se les impone volver a la oficina, a la tiranía del transporte, a la pérdida de tiempo en desplazamientos, al gasto inútil en comida fuera de casa, cuando perfectamente pueden trabajar desde sus casas, o desde donde quieran. Mucha gente quiere volver, es cierto, pero no por imposición.

Y eso pasa porque no hemos aprendido a dirigir de manera distinta. Si el mundo ha cambiado, la forma de tomar decisiones en incertidumbre, la manera de conformar y dirigir equipos de una manera ágil, la capacidad de escuchar a las personas, el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros líderes y sus capacidades de negociación con diferentes, por poner algunos ejemplos, han de cambiar. Y eso sólo se hace entrenándose. Si a montar en bicicleta no se aprende con un power point, sino con arañazos en las rodillas, ¿Por qué nos empeñamos en entrenar las competencias de los líderes con un proyector?

El liderazgo moderno va de estar al servicio de las personas, y no al revés, y se mejora entrenando, como hacen los deportistas cada día. Y ¿Cuándo uno ya es bueno? Pues entrena más. Siempre hay oportunidades de mejora. Un buen líder consigue que la gente confíe en él. Un líder excelente consigue que la gente confíe en si misma.

Sea un líder excelente y permita a consultoras como www.dpersonas.com que ayude a mejorar a sus líderes. ¡Ah! y permítanos hacerlo en la distancia, que somos buenos en eso….