Nos rodea demasiada información negativa. Desde que nos despertamos y, sin apenas darnos cuenta, las situaciones e informaciones adversas forman parte de nuestra vida. Encender la radio o la televisión por la mañana es sinónimo de acontecimientos trágicos… Incluso en varios programas mañaneros nos hacen reír con realidades desagradables, que evidentemente nos pasan muchas de esas anécdotas, está claro, sin embargo, estamos obviando el otro tipo de vivencias positivas que también suceden, y mucho.

Recuerdo una frase de Kassai, árbitro de fútbol, “Nuestra profesión es cruel, un solo fallo puede ser fatal”. ¿De verdad se puede vivir así? Lamentablemente, el mundo competitivo funciona así.

 

¿QUÉ ES EL MUNDO COMPETITIVO?

Para mí el mundo competitivo es en el que nos adentramos a los pocos segundos de nacer. Al bebé le dura muy poco el estado placentero en el que estaba acostumbrado dentro del vientre de su madre. Una vez nacido, comienzan las comparaciones y empezamos a juzgar al recién nacido con todo tipo de acciones. Arranca un duro entrenamiento que le perseguirá durante toda su vida.

 

ENTRENAR AL CUADRADO, LA FÓRMULA PARA VIVIR

Pues resulta que desde que nacemos nos ponemos a las órdenes para construirnos, sin darnos cuenta, en la persona que va a resultar ser clave en nuestro porvenir. Cualquier tipo de información que recibamos, va a ser influyente en nuestra forma de ser. La timidez, los miedos, las inseguridades en general vienen marcado por los primeros años de vida. Por lo tanto, deberíamos ser muy cuidadosos cuando hablamos con un niño o niña de corta edad… Tanto es así, que ya con más edad o con cierta madurez, sigue interviniendo en nuestro rendimiento el trato que percibimos.

En definitiva, tomamos los detalles negativos y se magnifican, mientras tanto no se filtran aquellos aspectos positivos de la situación… Y así pasamos la vida, entrenando al límite de nuestras posibilidades para caer bien a otras personas.

 

… ¿Y SI?

Pregunta que nos acompaña muy a menudo en nuestros días. Una vez más no somos conscientes de todo lo que nos afecta. Por lo tanto, te lanzo un gran reto. Ha llegado el momento de hacernos fuertes, el momento es ahora, el presente es mágico y nos cuesta saborearlo. ¿Cuántas cosas están a nuestro control? No sirve de nada preocuparse por cuestiones que no forman parte del ahora… ¿Te imaginas lo diferente que podría ser la vida si entre unos y otros simplemente nos acompañaríamos?

Un equipo puede convertirse en un conjunto muy fuerte si se valorasen solamente los aspectos positivos de cada uno. Estoy muy cansado de leer que el ser humano es único, entonces vamos a entrenarlo de verdad, nuestra meta es infinita, sólo hay que echar una mirada al tiempo y ver todo lo conseguido por la humanidad. Potencia los rasgos que más te gustan de la otra persona o de tu equipo y a buen seguro que la confianza sube a cotas altísimas. Hay días que se terminan y nadie nos ha dicho nada positivo de nosotros. Imagínate cómo cambiaría nuestra vida si nos reforzaríamos entre todos con nuestras fortalezas, las que ven los demás de nosotros. Me encanta la palabra acompañar, da seguridad y unión. Si la vida te da limones… Haz limonada.

 

ÚLTIMA REFLEXIÓN: EL PARAGUAS PERDIDO

“Por si acaso, ¿he dejado aquí mi paraguas?”, preguntó una señora que vive en el barrio y que había olvidado su paraguas en mi casa.

“Sí”, le contesté.

Me agradeció mucho y luego añadió:

“Qué bueno que lo he encontrado, ¡Usted sí que es un hombre honesto! He preguntado a un montón de gente si había olvidado en su casa mi paraguas y me contestaron todos que no. ¡Cuánta gente mala hay en el mundo!”

Moraleja: Las personas siempre encontramos una razón para pensar mal.