Todos nacemos creativos, desde muy pequeños tenemos un emprendedor dentro que con el paso de los años se va poco a poco diluyendo. Nos invaden ilusiones continuamente, soñamos, inventamos… analizamos poco y hacemos muchísimas cosas, no tenemos miedo a nada. Además sonreímos, empatizamos a nuestra forma, expresamos emociones, las caricias y los abrazos son comunes en nuestra vida cotidiana. En definitiva, brillábamos en cada segundo de nuestros primeros años de vida.

Sin embargo, crecemos y empezamos a tener miedo, que en ocasiones nos impide brillar como lo hacíamos en nuestros primeros años de vida.

A lo largo de mis años me he encontrado con varios deportistas de elite que me han trasmitido que eran muy felices en sus inicios, evidentemente tenían menos presión, pero la esencia es que con el paso del tiempo y acompañado de su proyección van dejando de disfrutar de algo que desde muy pequeños era su verdadera pasión y motor de energía para sus vidas.

¿Qué ha pasado en estas personas? Porque el deporte es el mismo, divertido y entretenido, sin embargo ya no hay brillo. Todos esos esfuerzos y sacrificios que han hecho en el inicio de sus carreras deportivas pueden quedarse en saco roto, ¿Cuántos muñecos rotos ha creado el deporte?

Me temo que esta reflexión anterior la podemos trasladar a cualquier ámbito de la vida. En varias formaciones suelo realizar una dinámica sobre las utilidades de un clip. Se trata, explicándolo brevemente, que en cierta ocasión se usó el típico clip para agrupar hojas en un experimento sobre la creatividad en el ser humano. En niños, las utilidades que daban a un clip eran infinitas, sin embargo, en adultos llegar a diez era poco menos que un éxito.

 

“El hombre es bueno por naturaleza es la sociedad quien lo corrompe”

Jean-Jacques Rousseau

 

¿Qué nos pasa cuando crecemos?

La sociedad nos limita, demasiadas normas nos rodean y nos invaden continuamente. El miedo al fallo se castiga rápidamente sin analizar la situación. Estamos evaluados desde que nacemos, aparecemos en continuas comparaciones: con hermanos, primos, vecinos… Hasta podemos decir que demasiado bien nos va con tantas piedras que nos encontramos en el camino.

Volviendo al deporte, en el baloncesto los entrenadores buscamos líderes dentro del equipo. Primera misión del entrenador: generar líderes. Aquí no puede estar solo, el entrenador necesita un respaldo de la entidad, el éxito deportivo puede estar cerca si se consolida el bienestar individual para que en consecuencia salga reforzado el equipo.

¿Cómo podemos aplicar nuestro esfuerzo para tener jugadores que brillen en cada entrenamiento? En definitiva, ¿de qué depende tener trabajadores brillantes?

 

FLEXIBILIDAD

La vida no puede ser solo levantarse para ir a trabajar. Compaginar el trabajo con la vida personal reforzará el compromiso con el equipo, además de permitir enfocarse a objetivos en lugar de limitarse a “sudar la camiseta”.

Em mi primer trabajo, en una de las paredes de la nave industrial en la que desarrollaba mis tareas, me marcó profundamente la frase que estaba allí escrita: “el trabajo bien hecho merece respeto”. Quiero decir que no pasemos los días haciendo por hacer, cumplir por cumplir.

Incluso, habrá en ciertos trabajos que podamos ofrecer la posibilidad de gestionar cada uno su propio tiempo. Ciertamente esto último me parece extraordinario para poner en alza el valor de la responsabilidad.

OPORTUNIDADES DE CRECER

He podido comprobar que cuando un deportista llega a su nueva organización no busca solo un salario, sino también desarrollarse como profesional y como persona. Claro, lo mismo me sucedió a mí en mi primer trabajo. El sueldo ayudaba, pero lo que real mente me apetecía era seguir formándome. El deportista necesita sentir que tiene una misión y un futuro para su carrera, por lo que su compromiso dependerá en gran medida de que la entidad en concreto sepa ofrecerle oportunidades de crecimiento. El trabajo de mejora individual se convierte en algo fundamental para conseguir este punto. 

Me parece esta última consideración como algo extraordinario pare el mundo de la empresa. La cantidad de formaciones que hay hoy en día tienen que estar al servicio de cualquier trabajador. Atención a esta frase de Henry Ford: “No hay nada peor que formar a tus empleados y que se vayan. No formarlos para que se queden.”

 

RECOMPENSAS Y RECONOCIMIENTO

Los trabajadores se muestran más motivados cuando forman parte de una cultura que premia el mérito. Para aquellos trabajadores que deben ir cada mañana a su puesto de trabajo y tienen que sacar adelante la producción se me ocurren crear  herramientas que permitan desarrollar planes de pago vinculados a datos objetivos sobre el rendimiento. Así, se logra tener una plantilla más implicada y satisfecha, que se sentirá más valorada por la organización.

También, debo reconocer que el buen trabajo no siempre puede premiarse con buenas condiciones salariales, sino también de manera más informal, con un reconocimiento público, en reuniones de trabajo o como pasa a mucho en mi sector en el vestuario. Hablar en positivo cuesta mucho, simplemente basta con pensar cada noche cuántos comentarios hemos recibido positivos y cuántos negativos, la estadística es demoledora…¡Cuánto nos cuesta felicitar y agradecer!

 

 

Me permito una última sugerencia para brillar cada día.  Un buen incentivo para llegar a cada jornada con una sonrisa es originar que todos somos iguales, técnicamente diferentes, está claro, pero con las mismas oportunidades y con el mismo trato.

 

EL CUENTO DE LA LIBÉLULA

En el fondo de un viejo estanque vivía un grupo de larvas que no comprendían por qué cuando alguna de ellas ascendía por los largos tallos de lirio hasta la superficie del agua, nunca más volvía a descender donde ellas estaban.

Se prometieron una a otra, que la próxima de ellas que subiera hasta la superficie, volvería para decirles a las demás lo que le había ocurrido.

Poco después, una de dichas larvas sintió un deseo irresistible de ascender hasta la superficie. Comenzó a caminar hacia arriba por uno de los finos tallos verticales y cuando finalmente estuvo fuera, se puso a descansar sobre una hoja de lirio. Entonces experimentó una transformación magnífica que la convirtió en una hermosa libélula con unas alas bellísimas. Trató de cumplir su promesa, pero fue en vano. Volando de un extremo al otro de la charca podía ver a sus amigas sobre el fondo.

Entonces comprendió que incluso si ellas a su vez hubieran podido verla, nunca habrían reconocido en esta criatura radiante a una de sus compañeras.

Fuente: Cuentos para crecer en armonía (Michel Dufour)