La historia se repite, no en hechos idénticos, pero si en resultados. La generación actual ya podemos presumir de haber vivido una pandemia mundial que paralizó el mundo, a efectos muy parecidos a una guerra, curiosamente esto último vivido por muchos de nuestros antepasados… no tan lejanos en el tiempo.
No descubro nada diciendo que liderar situaciones de crisis es una tarea ardua. La dificultad de solventar momentos críticos es para un perfil de persona muy concreto:
- Seguridad: trasmitir energía y coherencia a partes iguales (entusiasmo).
- Empatía: ponerse en el lado del otro nos da claves de acción (visión).
- Transparencia: ser una persona honesta, que mire a los ojos sin ningún miedo.
- Innovador: emprendedor cada día, sin arrugarse ante el trabajo (optimista).
- Compromiso: predicar con el ejemplo es el mayor valor que puede tener un líder.
- Detallista: preocuparse por los demás, sin egoísmos en las peticiones (carisma).
- Comunicador: tener habilidades sociales esencia de un buen líder, optimista.
- Tolerante: el error forma parte del desarrollo, el cómo afrontarlos es la diferencia.
Y claro, explorando sobre estos detalles y viendo cómo se solucionan ciertos trances me hace qué pensar…
Dos especulaciones al respecto. La primera es que muchos de los problemas acaban siendo solucionados por personas que están situados en la parte más baja de la pirámide ejecutiva o que en algunos casos ni tan siquiera aparecen.
¡Claro que esto no siempre es así!
Hay muchos altos cargos bien preparados, preocupados por la formación continua y la preocupación por sus colaboradores de productividad. Una pena que estos queden “manchados” por aquellos que reciben sólo los honores de un cargo.
La segunda percepción me hace especular que el líder honorífico tiene una fecha de caducidad muy prematura, y más teniendo en cuenta lo que la sociedad acaba de vivir.
El mundo ha hablado, la sociedad ha demandado respuestas y hemos tenido veredictos vacíos de lógica. ¡Atención líderes! La vida puede convertirse realmente dura en el día a día con esa actitud honorífica… los resultados de la empresa serán paulatinamente peores y el clima de trabajo será lo más parecido a una selva.
La competencia es insaciable. Pensar en no cambiar es dar facilidades al resto que si lo hacen… ¡Y de qué manera!
Comentarios recientes